sábado, 10 de septiembre de 2011

SER CARIBE

Ser caribe es muy difícil. O mejor, llegar a ser caribe, de verdad caribe, es algo complejo y serio. En el caso colombiano es mucho más profundo que un “juepajé” o un “ayhombe”.

Para algunos esa apetecida, diagnosticada y discutida región debe seguir allí en la superficie (y hasta válido será, por ese sosiego vacío propio de la ignorancia humana) chapoteando sobre esa espuma alegre y colorida, y a lo mejor sus habitantes sigan viviendo como lo han hecho durante los últimos cinco siglos (hoy me incluyo), a veces amodorrados como las naves de Colón cuando el viento dormía, o a veces atormentados por huracanes como le pasó a tantas naos europeas que se aventuraron por este mar indescifrable.

Y sí…, nos podemos quedar allí a merced de los vientos, a ras, sin preguntarnos mucho, sin indagar demasiado, pero el fin está cantado: seguiremos en un “alegre” subdesarrollo, en una “rítmica” escasez, en una “exótica” idiosincrasia disfrazada para el turismo, y en una “explosiva” creación artística, pero en un estancamiento pétreo que no nos perdonaremos más, ni nos perdonarán nuestros descendientes, propiciado hoy más que nunca por el salvaje mundo globalizado, siempre acechando por lo ajeno para absorberlo

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